Consejos de seguridad relacionados con los neumáticos.
La regla de oro es que nunca hemos de escatimar en el neumático, porque al fin y al cabo así tampoco escatimaremos en nuestra seguridad. La diferencia entre frenar cinco metros antes o cinco metros después, por ejemplo, puede permitirnos evitar una colisión por alcance o un atropello. Además, unos neumáticos en buen estado minimizarán los riesgos del aquaplaning sobre suelo mojado. Es preferible confiar en neumáticos de primeras marcas y de reconocida valía, y también seguir las siguientes reglas básicas:

Vigilar el desgaste de la banda de rodadura.
Por ley, el dibujo ha de tener una profundidad mayor de 1.6 milímetros, pero no conviene llegar a este extremo. Mejor si los cambiamos antes de que desciendan de los 3 milímetros de profundidad.

Realizar una revisión visual del neumático, por si apreciamos cortes, bollos u objetos clavados en el neumático.

Si nuestros neumáticos tienen más de cinco años de antigüedad desde su fecha de fabricación, conviene sustituirlos por unos nuevos aunque por profundidad de dibujo no se encuentren completamente desgastados, ya que el compuesto va perdiendo sus propiedades debido al paso del tiempo y a la acción de contaminantes y agentes atmosféricos, llegando a cristalizar el caucho.

Revisar frecuentemente la presión de los neumáticos, preferiblemente con un manómetro propio preciso y bien calibrado y comprobar que las presiones son las recomendadas por el fabricante según las distintas condiciones de carga o uso.

Si tenemos que cambiar un neumático debido a un pinchazo o reventón, nunca debemos cambiarlo sólo. Deberemos de cambiar, como mínimo, los dos neumáticos del mismo eje.

Si el neumático presenta un desgaste irregular, conviene alinear la dirección y controlar las cotas de la suspensión. Además, siempre conviene que los neumáticos estén convenientemente equilibrados para evitar desgastes irregulares o vibraciones indeseadas.